ERWIN HUBERT, UN ENTRAÑABLE EMBAJADOR DE NUESTRA ISLA

La figura del genial acuarelista Erwin Hubert (1883-1963) no puede entenderse sin la del gran mecenas de la isla de Mallorca, el Archiduque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena. El tándem que forjaron resultó en un decisivo impulso cultural y artístico de la Mallorca del siglo XX, siendo a la vez pionero en la promoción de las Islas Baleares como destino turístico.

Erwin Hubert nació en Viena. Estudió en la Academia de las Artes Gráficas de su misma ciudad y trabajó para la editorial Eduard Holzel, empresa gráfica que imprimía los mapas de las obras del Archiduque Luis Salvador. En 1904 abandonó la editorial para pasar a ser el secretario personal del Archiduque, viajando por primera vez a Mallorca e instalándose en la mansión “Miramar” (Valldemossa), residencia del Archiduque. Juntos surcaron el Mediterráneo a bordo del famoso yate “Nixe II”, propiedad de Luis Salvador. En estas travesías nuestro joven artista ya dejó constancia de su habilidad como dibujante y pintor con sus dibujos y acuarelas.

Volvió a su Viena natal en 1910, pero siguió colaborando con el Archiduque hasta el fallecimiento de éste, en 1915. Regresó a Mallorca de forma definitiva en 1920, instalándose de nuevo junto con su esposa en “Miramar”, para dedicarse de forma exclusiva a la actividad pictórica. En ese mismo año expuso sus primeras acuarelas con motivos folklóricos, populares y paisajísticos de Mallorca en el salón “La Veda” y en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca.

1923 fue un año decisivo para Hubert. Expuso en el “Ateneo de Madrid” y en “Galerías Layetanas” de Barcelona, en ambos casos con un rotundo éxito de ventas y crítica que lo consagrarían como artista. Desde este momento sus exposiciones se sucederían de forma continua, tanto en España como en el extranjero: Buenos Aires, Egipto, Brasil, Londres, Marruecos, Roma, París, Berlín, Viena…

La temática de la obra de E. Hubert, se centra principalmente en el paisaje mallorquín, los retratos, el folklore isleño y las escenas costumbristas.

En cuanto a técnica, a pesar de tratar la pintura al óleo con cierta frecuencia (principalmente desnudos y figura humana), es en “la acuarela” donde alcanza la mayor cota de perfección. La belleza y sensibilidad de sus acuarelas identifican a una Mallorca y sus gentes plasmadas en todo su esplendor y tamizada por una cálida luz mediterránea. Sensaciones bellas y plácidas, de serenidad, paz y sosiego embelesan a un ávido espectador que sucumbe a la seducción de la profunda y absorbente quietud de sus marinas y paisajes.

En los retratos, capta la esencia de cada uno de sus protagonistas con una inusitada habilidad. Llegó a pintar más de dos mil retratos: niños, jóvenes, intelectuales, aristócratas, empresarios; y sobre todo, personajes anónimos. Durante un tiempo en Madrid lo bautizaron como “el pintor de la Corte” debido a la ingente cantidad de retratos que allí realizó.

En sus acuarelas muestra una técnica muy depurada y de gran pulcritud. Sus obras son cálidas y lumínicas, utilizando una notoria amalgama de cromías en perfecta conjunción, recreándose en un universo idílico de formas y colores. Los paisajes, marinas y personajes, son cribados por su filtro óptico y plasmados con maestría y delicadeza a través de su pincel. Perfección y armonía son comunes denominadores de su extensa y rica obra.

Posiblemente la labor que mayor trascendencia y reconocimiento le ha reportado, y cuya profusión sigue vigente en nuestros días, haya sido la colaboración que tuvo a partir de 1929 con el Fomento de Turismo de Mallorca. En 1930 esta ilustre Entidad distribuyó miles de carteles, folletos y series de postales en varios idiomas, reproduciendo una cuantiosa serie de acuarelas de Erwin Hubert en toda España y en el extranjero.

De manera oficial supuso la primera campaña publicitaria a gran escala del inicio del turismo mallorquín; y Hubert, de forma instantánea, se convirtió en el principal y único ilustrador de la “Isla de la calma”, como décadas antes había bautizado otro gran artista, Santiago Rusiñol.

Desde entonces, E. Hubert pasó a ser el referente de la imagen de Mallorca. Sus ilustraciones (marinas, paisajes y escenas costumbristas) serían una constante en portadas de libros, guías turísticas, carteles y publicidad en general.

Mallorca debe mucho a los artistas que han recalado en ella, y muy especialmente a Erwin Hubert. Inicialmente de la mano del Archiduque Luis Salvador y después, gracias a la colaboración con Fomento de Turismo de Mallorca, convirtiéndose por mérito propio en un exquisito embajador de nuestro pequeño paraíso. Y como todo gran artista, lo hizo con temple y mesura, con sobriedad y constancia, y sobretodo con amor incondicional a la isla que le vió crecer y triunfar, y en un fatídico accidente, perecer.

Damián Verger Garau

Perito Judicial en Arte y Antigüedades y Crítico de Arte.

Museu de pintura de les Illes Balears
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