IN MEMORIAM RAFAEL AMENGUAL

Nacido en 1938 en Mendoza (Argentina), de padres mallorquines, Rafael Amengual estudió por libre en la Universidad de Cuyo, una formación entre académica y autodidacta que completó con su venida a Europa en 1962 para admirar las obras de los grandes maestros en los museos de Inglaterra, España, Portugal e Italia. En 1963 se establece en Mallorca, donde —exceptuando el periodo entre 1983 y 1989, en el que reside en Lockerbie (Escocia)— fija su residencia definitivamente. Lector apasionado y persona de vasta cultura y refinada sensibilidad, coincidió a lo largo de su trayectoria con creadores como Lucio Fontana, Alexander Calder, Miguel Ángel Asturias, Joan Miró o Robert Graves, entre otros, que dejaron intensa huella tanto en su personalidad como en su obra. 

Buena parte de su trabajo se ubica en el ámbito de la abstracción, aunque en muchas ocasiones se detecten evidentes referencias figurativas. En sus composiciones confluyen tanto el gusto por el trazo y la gestualidad como su interés por la indagación matérica, que se traduce en un esmerado tratamiento de las texturas y en una minuciosidad preciosista que no deja ni un milímetro de superficie sin mimar. 

Especialmente seducido por las obras de pequeñas dimensiones, de carácter más íntimo, tanto sus telas como sus cartones o papeles —uno de sus soportes predilectos— se caracterizan por la constante presencia de símbolos y de una serie de elementos como el arco, la cruz, el triángulo o el corazón que, fruto de un constante proceso de depuración formal, conforman un corpus personal e intransferible —“Alfabeto Amengual”— que introducen una serie de connotaciones místicas que evidencian su inequívoco interés por la contemplación, la naturaleza y la filosofía oriental. 

Ha desarrollado también una prolífica labor en el territorio de la escultura. Inspirándose en parte en la estética del objeto encontrado, recolectaba y coleccionaba de manera habitual pequeñas piezas de extracción humilde —normalmente desapercibidos para la mayoría de las personas—, que una vez en su estudio recreaba y ensamblaba, dotándolas de nuevas formas que les permitían asumir nuevos significados. 

Repleta de evocaciones místicas que enfatizan el carácter trascendente que para él tuvo siempre el acto de crear, las cadencias musicales y las evocaciones literarias que se detectan en el trasfondo de la mayoría de sus obras nos remiten a mundos oníricos e inaccesibles en los que no existe más ley que la dictada por la magia y la poesía.

Al margen de la incuestionable calidad de su obra, Amengual destilaba una extraordinaria humanidad. Riguroso y autoexigente, fue asiduo contertulio y uno de los más carismáticos mantenedores de las reuniones del Grup Dimecres, del que se conmemora este 2025 el cincuentenario, que entre 1975 y 1980 aglutinó a un buen número de artistas, escritores, coleccionistas y aficionados. Reunidos habitualmente en Can Nofre —un bar del extrarradio de Manacor—, siempre en miércoles y siempre también en torno a platos tradicionales de la isla, en aquellos encuentros llegaron a participar pintores como Miquel Brunet, Llorenç Ginard, Ritch Miller, Jim Bird, Ellis Jacobson, Steve Afif, José María de Labra, Longino, Juli Ramis, Manolo Villalta, Robert Llimós, Guillem Jaume, Jorge Pombo, Manuel H. Mompó,  Eusebio Sempere, Josep Guinovart, Lluís Castaldo o Will Faber, entre otros, y entusiastas coleccionistas como Bartolomé Riera Bassa, Gaspar Oliver, José Castor, José Truyols o Jerónima Sastre.

A lo largo de su carrera realizó muestras individuales y colectivas en Argentina, España, Inglaterra, Austria y Alemania. En 1992 recibió la Gran Medalla de Plata y el Premio del Jurado en la IV Bienal Internacional de El Cairo (Egipto). 

Joan Carles Gomis