En los retratos, capta la esencia de cada uno de sus protagonistas con una inusitada habilidad. Llegó a pintar más de dos mil retratos: niños, jóvenes, intelectuales, aristócratas, empresarios; y sobre todo, personajes anónimos. Durante un tiempo en Madrid lo bautizaron como “el pintor de la Corte” debido a la ingente cantidad de retratos que allí realizó.
En sus acuarelas muestra una técnica muy depurada y de gran pulcritud. Sus obras son cálidas y lumínicas, utilizando una notoria amalgama de cromías en perfecta conjunción, recreándose en un universo idílico de formas y colores. Los paisajes, marinas y personajes, son cribados por su filtro óptico y plasmados con maestría y delicadeza a través de su pincel. Perfección y armonía son comunes denominadores de su extensa y rica obra.
Posiblemente la labor que mayor trascendencia y reconocimiento le ha reportado, y cuya profusión sigue vigente en nuestros días, haya sido la colaboración que tuvo a partir de 1929 con el Fomento de Turismo de Mallorca. En 1930 esta ilustre Entidad distribuyó miles de carteles, folletos y series de postales en varios idiomas, reproduciendo una cuantiosa serie de acuarelas de Erwin Hubert en toda España y en el extranjero.
De manera oficial supuso la primera campaña publicitaria a gran escala del inicio del turismo mallorquín; y Hubert, de forma instantánea, se convirtió en el principal y único ilustrador de la “Isla de la calma”, como décadas antes había bautizado otro gran artista, Santiago Rusiñol.
Desde entonces, E. Hubert pasó a ser el referente de la imagen de Mallorca. Sus ilustraciones (marinas, paisajes y escenas costumbristas) serían una constante en portadas de libros, guías turísticas, carteles y publicidad en general.
Mallorca debe mucho a los artistas que han recalado en ella, y muy especialmente a Erwin Hubert. Inicialmente de la mano del Archiduque Luis Salvador y después, gracias a la colaboración con Fomento de Turismo de Mallorca, convirtiéndose por mérito propio en un exquisito embajador de nuestro pequeño paraíso. Y como todo gran artista, lo hizo con temple y mesura, con sobriedad y constancia, y sobretodo con amor incondicional a la isla que le vió crecer y triunfar, y en un fatídico accidente, perecer.
Damián Verger Garau
Perito Judicial en Arte y Antigüedades y Crítico de Arte.