Ha sido un enamorado de la pintura de Matisse al que nunca ha imitado. Siempre ha impedido que las influencias sobrepasaran los límites.
Una de sus aventuras más conocidas fue la que experimentó junto al ya fallecido, periodista y gran amigo, Miquel Vidal; Una vuelta a Mallorca en camello. Sesenta días y cuatrocientos kilómetros de una hazaña que comenzaría en la Plaza de Cort de Palma en enero de 1964.
Su trabajó le llevó a relacionarse con relevantes personajes de la época, como al humorista Miguel Gila, o al actor Toni Leblanc, o el cantante Adriano Celentano, o al humorista gráfico Chumy Chúmez y compartir espacios de redacción con Pere Serra, Pepe Tous, Pau Llull, Antonio Pizá, Joan Bonet y Miquel Vidal, entre otros.
Homenajeó a Federico Fellini y a Woody Allen con sendos trabajos relacionados con el cine de estos directores. Woody Allen le preguntó:
¿Dónde está Capdepera?, a lo que Gustavo respondió con ironía; – es el lugar dónde el pintor Gustavo va a tomar café.
En Capdepera, existe el Espai Gustavo, una galería en la que se exhiben piezas únicas y reproducciones, así como camisetas, tazas, postales y otros productos que muestran la literatura y la gestualidad orgánica del creador. En Cala Rajada, principalmente cerca del puerto hay obras del artista, colocadas estratégicamente en diferentes puntos.
Su obra la han comparado con el dadaísmo, con el surrealismo, con el pop art, alguna vez alguien se ha atrevido a dimensionar un expresionismo oculto, o un naif inconsciente. Lo cierto es que, Millwaukee, Berlín, Wisconsin y un sinfín de ciudades de todo el mundo han contemplado exposiciones de este artista, pintor y escultor y sus obras forman parte de colecciones particulares y museos.
Me permito acabar con un breve fragmento de un escrito que en cierta ocasión dediqué a su obra: Para analizar la obra de Gustavo, es imprescindible infiltrarse en la alquimia de sus cáusticos títulos, en los poros que deja entreabiertos en sus prolongaciones, sus mordaces críticas a las políticas ruines e indecorosas, sus enigmáticos ornamentos colocados con precisión inversa, su sarcasmo, sus figuras retóricas. Cada uno de ellos ofrece la posibilidad de lanzarse a sus aguas pantanosas. La voluptuosidad que vislumbran sus códigos endógenos son punzadas en el ánimo del pusilánime, embestidas a los iluminados y a los caraduras.
Ahora en su 85 aniversario, Kairoi Art – Digital Museum rinde reconocimiento a este maestro de la plástica.
Xisco Barceló – periodista