PAU LLUÍS FORNÉS: “EL SENSUAL OCASO DE LOS SUEÑOS”.

Escribir sobre artistas relevantes que ya no están entre nosotros, no es tarea fácil. Uno piensa que siempre se deja un algo o un mucho en el tintero. Cuando se trata de un creador polifacético que despuntó en las artes plásticas, la escultura, el teatro, la música y la poesía—como es el caso de Pau Lluís Fornés—la densidad resulta inabarcable.

Pau Lluís Fornés (Palma de Mallorca 1930-2006) artista multidisciplinar desde que vino al mundo, inició su singladura pictórica bajo las directrices del maestro Pedro Quetglas “Xam”; sin embargo optó desde un inicio por un lenguaje expresivo muy propio y ajeno al resto, por lo que puede considerarse un autodidacta. Desde joven se desvinculó de las tendencias postimpresionistas y postmodernistas muy vigentes en la isla, para escarbar en su universo figurativo de sueños y enigmas.

Realizó su primera exposición individual en el “Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca” para continuar sus muestras en Madrid, Nueva York, París, Londres, Ámsterdam, y otras capitales europeas del arte. Residió durante algunos años en Madrid y en Barcelona, pero con pleno arraigo a su tierra natal.

Pau Lluís Fornés ha sido uno de esos artístas que como creatívos alquímicos jamás dejaron de explorar en nuevos campos, en nuevos mundos reales o imaginarios; y por consiguiente, nunca dejaron de crecer.

Su estilo es voluptuoso, abarrocado y repleto de simbologías. El universo onírico es una constante en toda su obra. Sus personajes e incluso sus objetos no son de carne y hueso, ni siquiera matéricos, están hilvanados con el tejido de los sueños. La realidad subyace tamizada tras el velo de una densa y etérea atmósfera que a veces arrastra hacia la desesperación y la locura y en otros casos hacia una impávida resignación. 

Sus figuras de rostros líricos, su delicado clima de asfixia, flores, frutas, naturalezas muertas bañadas en cromáticas de platas y oros desencadenando un desorden ordenado en una superposición de planos, a su vez caóticos y estructurados.

A pesar de lo nostálgica que resulta su obra, en la que la soledad, la muerte y la locura a menudo coexinten y se solapan, Pau Lluís Fornés con cierta frecuencia deja un atisbo de luz hacia la esperanza. A diferencia de su homólogo Joan Miquel Roca Fuster, Pau L. Fornés ofrece en sus lienzos alguna posibilidad al tenebrismo, una apuesta por y para la vida.

Las influencias de los pintores pre-rafaelistas y simbolistas del siglo XIX son perceptibles en su obra, y la simpatía hacia las técnicas del cubismo y el surrealismo resultan evidentes. La amalgama de colores de su paleta, abarca casi toda la escala cromática, utilizando las distintas tonalidades a su libre antojo sin atender en absoluto a la realidad objetiva de los motivos plasmados en sus telas, utilizando indistintamente el óleo combinado con el acrílico.

No podemos dejar de soslayo la intrínseca relación que Pau Lluís Fornés ha mantenido con la literatura y su estrecha colaboración y amistad con autores tan significativos como Llorenç Villalonga, Blai Bonet, Camilo José Cela, Josep María Llompart, Margalida Magraner, Bartomeu Fiol o Rainer Maria Rilke, entre otros.

Gracias a su idiosincrasia multidisciplinar y su predisposición hacia nuevas metas y proyectos ha dejado una huella profunda y dispar en su legado. Destacó como pintor muralista: Parlamet de les Illes Balears, Atalaya Club (Port de Sóller), Royal Pub de Palma, La Pajarita (Palma Mallorca)..y como pintor de temática religiosa: Retablo del altar mayor de Santa Catalina Tomás de Palma, Tríptico del altar mayor de Sant Agustí, lienzo de Nostra Senyora de Robines de la iglesia de Binissalem, etc..

En 1963 el Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca le otorgó la Medalla de Honor del “Saló de la Tardor”.

Entre las principales virtudes que se le pueden asignar a un artista están la de la originalidad y la de mantener un estilo propio que lo diferencie de los demás; Pau Lluís Fornés cumple de sobra con ambas características.

Por encima de gustos y tendencias, Pau Lluís Fornés es un artista en el pleno sentido del concepto. Un hombre honesto con un trasfondo renacentista capaz de simbiotizar la poesía, el drama y la música en una obra plástica. La dulzura del rostro de sus personajes se transforma en llanto y la inocencia angelical en pecado venéreo. Su versatilidad camaleónica y sincera transforma sus composiciones en paraísos artificiales.

En su obra, todo resulta posible, aunque permanezca entretejido entre las lianas de los sueños.

Damián Verger Garau

Perito Judicial en Arte y antigüedades y

Crítico de Arte.