Jaume Mercant «Desde la soledad y el silencio»

Jaume Mercant Melis nace en Capdepera, el 25 de setiembre de 1908, en el seno de una familia de carpinteros. Debido a las dificultades económicas por las que atravesaba la familia, comienza a ayudar e la carpintería con tan sólo seis años.

Asiste a la escuela nocturna del convento de los Teatinos y comienza su interés por el dibujo y la pintura. A pesar de la oposición familiar que no entendía la afección que tenía por la pintura, Jaume continua pintando si bien lo hacía a escondidas de la familia y vecinos.

Cuando estaba realizando el servicio militar, en Palma, asistió a algunas de las clases que impartía Josep Pons Frau (Sineu 1883- Palma 1952). Durante la década de los años treinta expondrá en diversos locales no expositivos en Cala Rajada: Hotel Castellet, Cas Bombu i Casa Mateo. En el año 1933 acudirá a algunas de las clases que impartía en Cala Rajada el pintor de origen rumano Arthur Segal (1875- 1944), uno de los artistas que se establecieron en cala Rajada huyendo del clima de persecución que se producía en la Alemania de los años treinta, agravada además por su condición de judío. En 1941 se casa con una vecina de Artà, Margalida Servera Ginard, y en 1944 lleva a cabo su primera exposición más o menos seria en la Caixa de Pensiones de Artà.

En 1950 conoce al periodista y crítico Gabriel Fuster Mayans, Gafim, que fue su descubridor y el que le organizó la primera exposición en Palma, concretamente en las Galeries Costa el 1951, el mismo año en que gana la Medalla de Bronce en el X Salón de Otoño del Círculo de Bellas Artes de Palma.

En 1952 participa en una exposición colectiva realizada en el Museo Regional de Artà titulada Quatre pintors y gana la Medalla de Plata del XI Salón de Otoño del Círculo de Bellas Artes de Palma. Durante los años 1954-1956 se presenta a diferentes certámenes de pintura que se celebran el Palma. Con la intención de lanzar su carrera pictórica, el año 1957, Mercant y su esposa dejan Capdepera para instalarse en Palma, primeramente durante cuatro años vivirán en Secar de la Real, y después en el centro de Palma.

En el año 1959 realizará dos exposiciones, en Puigpunyent primero y seguidamente en galerías Gralla de Palma; el año 1961 expone en la Agrupació Artística de Manacor; el año 1963 en la Galeria Minòrica, y el 1964, el mismo año en que empieza a trabajar como bedel en el Col·legi d’Arquitectes de Palma, gana el I Certamen Nacional de Pintura de Paisaje y Costumbres de las Baleares. En 1970 se jubila y comienza a dedicarse exclusivamente a pintar, si bien a partir del año 1975 va dejando la actividad pictórica , por motivos de salud.

En la década de los setenta realizará importantes exposiciones: en 1972, Galeria Pelaires; 1973, Galeria Dera; 1974, Col·legi d’Arquitectes y una colectiva en la Galeria Grife y Escoda de Palma; 1977 Capdepera le dedica una exposición-homenaje ; 1979-1980, participa a una colectiva sobre el patrimonio artístico de la Antigua Diputación, que se celebró en la Llonja de Palma. En 1986 la Fundació Bartomeu March Servera de Palma inaugura una individual de Mercant, y en el año 1989, en la Llonja de Palma, se lleva a cabo una muestra antológica de su obra; en 1990 expone en sa Torre de ses Puntes de Manacor y participa en una colectiva, celebrada en Capdepera, Art avui; en 1993 fue uno de los artistas que participó en la exposición 100 anys, 100 pintors.

Después de una larga enfermedad y con problemas de demencia muere el día 26 de abril de 1999.

La obra del pintor autodidacta Jaume Mercant es el resultado de una lucha, la que mantendrá desde pequeño cuando, a pesar de la oposición de sus padres, que no comprendían la afición que tenía por la pintura, sin referentes artísticos y con escasa formación decidió, a pesar de su familia y con firmeza, dedicar su vida a su vocación, la de pintar.

La obra de Mercant es el resultado de una «acción solitaria y personal» forjada a fuerza de aprendizaje, de superación, de experimentación, de trabajo. Fue un pintor a contracorriente, en absoluto gregario, que se mantuvo alejado de tendencias y grupos; un artista que no vivió de la pintura pero si para la pintura, que valoró la creación y su libertad e independencia por encima de cualquier otra consideración.

Si bien a lo largo de los más de cincuenta años de trayectoria cultivó diversos géneros: retratos, bodegones, algún tema religioso… está considerado sobre toto un paisajista, un renovador del género y uno de los más interesantes y personales de la segunda mitad del siglo XX en las Baleares, y de hecho a partir de los años cuarenta el paisaje se convertirá en su principal medio de expresión.

Su pintura parte siempre de aquello que lo rodea, de su entorno más cercano. Desde las primeras obras conservadas, de los años veinte hasta que se instaló en Palma, sus cuadros muestran Capdepera y sus paisajes, el Castillo, sus calles pero también exhiben vistas de Cala Rajada, Es Carregador, Son Moll…

El año 1957, en que deja Capdepera para instalarse en el Secar de la Real, es cuando se produce un antes y un después en lo referente a la localización de los motivos que inspiran sus paisajes. Ahora pintará el Secar de la Real y el Palma y su entorno: la Catedral, el Castell de Bellver, algunos paisajes urbanos de la Palma antigua, pero también el puerto de Andratx, Peguera, Puigpunyent, Estellencs… En el año 1961 pasa a residir en Palma, momento en que, además de los lugares citados, amplía la temática de sus paisajes: el puerto de Palma y también la llanura de Sant Jordi, Es Jonquet, y el interior de la Catedral.

Finalmente a partir de 1970, año de su jubilación, compaginará su residencia en Palma con largas estancias en Capdepera, en su finca de Ses Cases Noves, momento en que retoma la temática de Capdepera y su entorno.

Como ya he dicho, los elementos de sus cuadros muestran lugares y motivos fácilmente identificables, pero Mercant rechaza la copia, de manera que su pintura se basa en el recuerdo de lo que ha visto i vivido, de la huella que le ha dejado y, a partir de aquí realiza a lápiz, bolígrafo o rotulador, sobre papel o cartón, una serie de esbozos, los cuales, dependiendo de la época, trasladará a tela, cartón madera o táblex para seguidamente, aplicar diversas capas o veladuras muy sutiles de pintura al óleo.. Mercant, en el taller, a partir de lo que ha captado en su memoria, reorganiza el espacio, idealiza los motivos, depura las formas añadiendo, suprimiendo o modificando los elementos compositivos en función de la idea o sentimiento que lo anima, todo ello mediante la utilización del color, la luz, el espacio y la atmósfera, convirtiendo así lo cotidiano en poético. No le interesa la «mímesis» sino la evocación, la sugestión. Su obra habla de emociones, de sentimientos y, mediante un lenguaje sugerente, representa un entorno mediatizado por la subjetividad. Sus paisajes son interpretaciones, recreaciones de aquello que ha observado; están a medio camino entre la realidad y su mundo interior, son un reflejo de él mismo, de su manera de estar en el mundo y percibir el entorno, expresan su yo más profundo, son en definitiva paisajes interiores. Las calles desiertas, los paisajes y lugares vacíos transmiten una atmósfera de placidez, de silencio, de serenidad, como si el tiempo se hubiera detenido, acentuado por la ausencia de presencia humana, exceptuando las escasa ocasiones en que aparece alguna referencia humana en la lejanía, como si fuera un elemento más del paisaje. El recurso de los contraluces, de las luces crepusculares del amanecer o del atardecer, acentúa y da soporte a su personal visión de la desolación y el vacío. Mercant profundiza en lo real, en sus límites, creando una realidad amplificada.

Las primeras obras de los años veinte, si bien muestran sus carencias técnicas, testimonian su precocidad y talento innato. En dichas obras y en otras de los años treinta y algunas de la década de los cuarenta, prioriza la pincelada suelta, los colores mezclados en el lienzo y una gama cromática más amplia, alternando obras más académicas con otras de trazos postimpresionistas. Pero, a medida que evoluciona, especialmente a partir de la década de los años cincuenta, su lenguaje comienza a definirse, encaminándose hacia la búsqueda de la depuración formal, mientras que los efectos lumínicos son cada vez más importantes, todo ello conseguido mediante el empleo de pinceles pequeños que dan como resultado un trabajo sutil y minucioso, así como la utilización de escasa pintura y de una pincelada casi imperceptible, veladuras muy sutiles de manera que a veces incluso se vea el entramado de la tela.

En la década de los sesenta conviven en su obra, por una parte la idealización, expresando la quimera de una Mallorca que habita sus sueños, la Mallorca deseada, y por otra la crítica a los desastres urbanísticos, a la destrucción del paisaje y la deshumanización de las ciudades, además de obras que están a medio camino entre la crítica social y la caricatura.

A medida que su obra va progresando se hace más personal hasta llegar a una subjetiva y personal interpretación del género del paisaje. Será, como he dicho, un camino hacia la depuración y simplificación formal y cromática, especialmente en los años setenta, momento en que su obra cobra auténtica fuerza formal; una etapa fructífera en cantidad pero sobre todo en calidad que marca su madurez artística. Una obra en definitiva cargada de sensibilidad y lirismo, personal e inconfundible.

Los cuadros de esta exposición abarcan y hacen un recorrido por las diferentes etapas de la obra de Mercant, desde una de las primeras obras conservadas de los años veinte hasta uno de los últimos óleos realizados por el pintor del año 1976. Todas las obras están pintadas al óleo como era, por otra parte, habitual en el conjunto de su obra, exceptuando un esbozo realizado a lápiz sobre papel. La mayoría están pintados sobre tela, pero también hay varios sobre madera y una, de los años veinte, realizada sobre cartón, como todas las conservadas de esta década.

Esperanza Llabrés es historiadora del arte y comisaria.