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JOAN VIVES LLULL. 1901- 1982 Mallorca y Menorca. Entre dos amores
En los inicios del siglo XX la pintura menorquina se encontraba ajena a las nuevas corrientes del arte y justo se empezaba a apreciar el Impresionismo.
Se puede afirmar que Joan Vives Llull fue el primer pintor moderno de Menorca. Entendiendo por modernidad la búsqueda de nuevos caminos más allá del academicismo.
Vives Llull venía de una familia modesta, sin tradición artística. Pero tenía tres cosas: talento para el dibujo, amor al paisaje y curiosidad por conocer. Pero su familia no le apoya en sus ansias de ser pintor. Un dia queda maravillado por la obra de Anglada Camarasa que descubre en una revista y, sabiendo que se había instalado en Mallorca, decide ir a visitarlo. Fue a pasar quince días y se pasó cinco años (1925-1930).
Escribió: “En Mallorca se me abrió un mundo nuevo, tan luminoso como el nuestro de Menorca, pero con una naturaleza alucinante y equilibrada, cegadora para la mirada de un aspirante a aprendiz de pintor.”
En Mallorca expuso por primera vez el 1929 en una colectiva en el Salón de Otoño. Con éxito. En 1930 vuelve a Menorca para ponerse al frente del negocio de antigüedades que le han montado sus padres.
A partir de ese momento empieza a triunfar en su isla y mantiene el contacto con el grupo de pintores del círculo de Anglada Camarasa (lo que se ha llamado la Escola de Pollença). También trae a Menorca pintura de Anglada, Cittadini, Meifrén, Puget y Gelabert…
Hasta los años 70 continúa haciendo exposiciones importantes con gran éxito tanto en Menorca como en Mallorca. Llegando a exponer hasta en La Coruña o la sala Kandinsky de Madrid.
En 1979 Galerías Bennàssar le dedica un homenaje.
Su pintura se caracteriza por la autenticidad. Es un pintor de caballete y de trabajo a plein air, al aire libre. Son deliciosas sus notas del puerto de Maó, de carácter postimpresionista. De pintura muy empastada y pincelada segura, capta con delicadeza las luces y los colores, de una manera elegante. Cuando está en Menorca, una isla bastante plana, echa de menos la verticalidad del paisaje mallorquín, con sus acantilados y valles profundos, lo que le llevó a interesarse por la pintura de nubes sobre un horizonte minúsculo.
En 1982 muere y recibe numerosos homenajes y reconocimientos como uno de los grandes pintores menorquines.
Juan Elorduy, Julio de 2022