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Pedro de la Felipa.
La luz y el color de la Serra de Tramuntana.
La obra de todo artista suele estar determinada por influencias, generalmente casuales, que de alguna manera marcan su devenir creativo.
Cuando todavía era un niño, movido por una extraña necesidad, la curiosidad y por esas circunstancias con las que la vida tienta a cada cual, entré en la Escuela de Artes y Oficios de mi pueblo natal.
Y tuve la gran suerte de encontrarme con D. Manuel Santaella, profesor de dibujo y pintura de aquel centro, un hombre no muy alto, de mediana edad y pelo entrecano, de voz suave y sugerente, que solía entornar los ojos mientras sus manos, largas, blancas y pecosas trazaban en el aire los aspectos a resaltar del trabajo de cada alumno.
Paciente y exigente a la vez, orientó mis primeros pasos tratando de inculcarme cuatro ideas básicas.
- Ser honesto conmigo y elegir mis influencias en función de mis capacidades.
- Trabajar pensando en perfeccionar mi sentido artístico.
- Mantener cierta visión anticipada: “tienes que ver el cuadro antes de empezar a manchar la tela” me decía.
- Conseguir en cada cuadro, que cada trazo, cada pincelada, cada color y cada forma estuvieran armonizados.
Y a pesar de lo difícil que resulta materializar conceptos, de mis limitaciones, de que después de cada hito siempre hay un nuevo desafío y de que el tiempo pasa demasiado deprisa, sigo poniendo en cada obra la misma ilusión que sintió aquel niño, al que un día situaron frente a un caballete para que dibujara unas flores de escayola.
Pero la vida sigue, y al cambiar las situaciones cambian las influencias.
Ni fui el primero ni seré el último artista que al pisar esta tierra caiga fascinado por su luz y su colorido.
Conozco bien la SERRA DE TRAMUNTANA, desde Andratx hasta Formentor, la he caminado, la he sentido, la he olido, la he vivido, he recibido la brisa y el fuerte viento de sus alturas; he visto amaneceres en sus mejores atalayas, he culminado sus cimas, he bajado sus torrentes, he penetrado sus cuevas, me he asomado a sus acantilados, me he perdido por senderos y atajos, y así, paso a paso, de la misma manera que el joven adolescente cae seducido por la mirada, la fragancia, o las caderas de una bella mujer, a mí me ha ido arrebatando su maravilloso paisaje.
Por todo ello y aprovechando esta oportunidad que hoy me brinda KAIROI ART, quiero sumar, una vez más, mi modesto homenaje al reconocimiento que ya hizo en su día la UNESCO al declarar a la SERRA DE TRAMUNTANA PATRIMONIO MUNDIAL en la categoría de Paisaje Cultural.
Pedro de la Felipa.
Junio 2022.
PEDRO DE LA FELIPA
La luz y el color de la Serra de Tramuntana
EL PORQUÉ DE ESTE POR QUÉ
La obra de todo artista suele estar determinada por influencias, generalmente casuales, que de alguna manera marcan su devenir creativo.
Cuando todavía era un niño, movido por una extraña necesidad, la curiosidad y por esas circunstancias con las que la vida tienta a cada cual, entré en la Escuela de Artes y Oficios de mi pueblo natal.
Y tuve la gran suerte de encontrarme con D. Manuel Santaella, profesor de dibujo y pintura de aquel centro, un hombre no muy alto, de mediana edad y pelo entrecano, de voz suave y sugerente, que solía entornar los ojos mientras sus manos, largas, blancas y pecosas trazaban en el aire los aspectos a resaltar del trabajo de cada alumno.
Paciente y exigente a la vez, orientó mis primeros pasos tratando de inculcarme cuatro ideas básicas.
- Ser honesto conmigo y elegir mis influencias en función de mis capacidades.
- Trabajar pensando en perfeccionar mi sentido artístico.
- Mantener cierta visión anticipada: “tienes que ver el cuadro antes de empezar a manchar la tela” me decía.
- Conseguir en cada cuadro, que cada trazo, cada pincelada, cada color y cada forma estuvieran armonizados.
Y a pesar de lo difícil que resulta materializar conceptos, de mis limitaciones, de que después de cada hito siempre hay un nuevo desafío y de que el tiempo pasa demasiado deprisa, sigo poniendo en cada obra la misma ilusión que sintió aquel niño, al que un día situaron frente a un caballete para que dibujara unas flores de escayola.
Pero la vida sigue, y al cambiar las situaciones cambian las influencias.
Ni fui el primero ni seré el último artista que al pisar esta tierra caiga fascinado por su luz y su colorido.
Conozco bien la SERRA DE TRAMUNTANA, desde Andratx hasta Formentor, la he caminado, la he sentido, la he olido, la he vivido, he recibido la brisa y el fuerte viento de sus alturas; he visto amaneceres en sus mejores atalayas, he culminado sus cimas, he bajado sus torrentes, he penetrado sus cuevas, me he asomado a sus acantilados, me he perdido por senderos y atajos, y así, paso a paso, de la misma manera que el joven adolescente cae seducido por la mirada, la fragancia, o las caderas de una bella mujer, a mí me ha ido arrebatando su maravilloso paisaje.
Por todo ello y aprovechando esta oportunidad que hoy me brinda KAIROI ART, quiero sumar, una vez más, mi modesto homenaje al reconocimiento que ya hizo en su día la UNESCO al declarar a la SERRA DE TRAMUNTANA PATRIMONIO MUNDIAL en la categoría de Paisaje Cultural.
Pedro de la Felipa.
Junio 2022.