Hijo de una familia de emigrantes italianos de sólida posición económica, empezó los estudios de arquitectura a la vez que formó parte del grupo intelectual de los Parera. En 1911 abandonó los estudios y, siguiendo su vocación artística, se trasladó a París, donde estudió en la Academia Vitti, en la que impartía clases Hermen Anglada Camarasa. Influido por el pintor catalán, en junio de 1913 realizó un primer viaje a Mallorca, coincidiendo con Anglada y sus discípulos en la cala Sant Vicenç. El estallido de la Primera Guerra Mundial lo encontró viajando por Italia y, conocedor de que Anglada y otros pintores se habían instalado en el Puerto de Pollensa, hizo lo mismo. Más adelante se estableció a las afueras de Pollensa.

Sus primeras obras se enmarcan en rasgos simbolistas del paisaje pollencino al margen de cualquier presencia humana, que difundió internacionalmente gracias a diversas exposiciones en Buenos Aires, Montevideo y Roma. La primera exposición en Mallorca fue la colectiva realizada en La Veda en 1917, junto a Roberto Montenegro y Aníbal Nocetti. En 1920, en la misma sala, realizó la primera exposición individual con un total de 12 obras. El mismo año, ganó el primer premio con La herida de la montaña en la I Exposición Regional de Arte celebrada en Palma, y al año siguiente obtuvo el primer premio en el Salón Anual de Bellas Artes de Buenos Aires con Tarde.

A partir de 1922, dejó a un lado los rasgos trascendentes y decorativos, dando paso a obras donde mezcla el post-impresionismo con una pintura más volumétrica, siguiendo los ejemplos de Cézanne, que continuó difundiendo internacionalmente en lugares como Pittsburgh, Los Ángeles, Nueva York o Londres. Participó en la XIII Exposición Internacional de Arte de Venecia, integrando la sección argentina. En 1924, Marzo en la huerta consiguió el primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, y en marzo de 1927 presentó una segunda exposición individual en La Veda, donde se aprecia un cambio técnico y temático. Cuando ya llevaba más de diez años viviendo en Mallorca, se decantó por temáticas donde incluye a la figura humana al considerar que es la que más le atraía. En 1929 ya era un artista consagrado, y así lo demostró en la exposición de Galerías Costa y en Amigos del Arte en Buenos Aires, donde la obra Cala Sant Vicenç fue adquirida por el Museo Nacional de Bellas Artes, y Campesina por el Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata.