PERE PAVIA

Hace muchos años, era un niño y asistía a la escuela de mi pueblo. Allí supe que vivía en una isla y aprendí que una isla es un fragmento de tierra rodeado por todas partes de mar.

Nunca se me habló de las ondas que llegan, a veces tormentosas, ni de los pesados ​​vientos. Lo he aprendido a lo largo de los años, que no te dispensan de las ventoleras ni del oleaje. Un verso de Ausiàs March me reviene ahora a la memoria: “Folles aquel que el viento firme quería”. Y éste hacia, justamente, me lleva a la obra artística, seductora y admirable de PERE PAVIA. Lo veo, el artista, como una isla sobre la que vienen a caer todos los vientos del arte contemporáneo, las corrientes más deslumbrantes de la creación.

Sobre su paleta de pintor, en la punta del lápiz del dibujante, en el corrillo de la escarpra del hombre que esculpe ángeles y quimeras vinieron a ponerse los grandes enigmas de la creación artística de un siglo que seduce y estremece a la vez.

Me refiero al siglo XX ya las primeras décadas del siglo de hoy.

Diría que las manos de PERE PAVIA -recordad aquel verso de la canción de Raimon: «de un hombre mira siempre las manos»- contenían la fuerza creadora que le llegaba desde todos los sesgos del viento. La Europa convulsa de la segunda mitad del siglo ha marcado sus pasos: el gris extremo de la Dictadura, las tensiones de la guerra fría, el posfranquismo.

Todos los eventos históricos también llegan sobre sus telas ya las piedras sobre las que trabaja. El expresionismo, el surrealismo, el cubismo, hasta el pop-art lo influyen y afeionan su imaginario. Admira a Picasso, Joan Miró, Magritte, también a Andy Warhol. Y explora la magia que se esconde en las cosas más pequeñas. Para PERE PAVIA, vanguardista de natural, el arte es sobre todo experimentación y por esto se integra en la ebullición artística y cultural que marca su tiempo.

Le gusta la provocación, porque piensa que la praxis artística debe ser inquietante, y depura las formas, y juega con los volúmenes, y se decanta hacia la abstracción y los juegos geométricos –pienso ahora en el cuadro titulado “pecho-jarra”-, y yuxtapone los objetos a menudo solitarios en una atmósfera que tensa la realidad sólo para que se deje representar. Cuando hace retratos –piensa ahora en el retrato de Cisca, en el de Francesc de B. Moll, en el de Longino, en el autorretrato, da la impresión de que el personaje del cuadro nos mira a nosotros y nos interroga.

Huye del academicismo y se arriesga y rompe con los cánones artísticos establecidos. Quisiera sacar el arte de los museos y las academias y ponerlo en contacto con la gente de a pie, con lo primero que pasa. Quisiera modernizar y estimular la sociedad del suyo tiempo a través del arte, contagiar la visión lúdica de la realidad, la libertad de la creación. Entonces se convierte en un referente del arte contemporáneo en la Mallorca de nuestro tiempo, un renovador que absorbe lo que llevan las olas y los vientos para hacer, finalmente, su síntesis.

Sus temas arrastran el rastro de los trabajos de escultor. A veces será un juego de curvas, un cuerpo mutilado, un torso masculino. Algunas pinturas de la serie abstracciones me han hecho pensar en las dunas femeninas de Juli Ramis. Pero también hay humor, en algún caso cruel: la «mujer butifarra», el «punto del lugar común», el «par de huevos rojos». Y surrealismo: la “mujer enchufe”, la “Mallorca sangrienta”. PERE PAVIA sintió la atracción del teatro y exploró los significados de cada movimiento del cuerpo, justamente porque venía del mundo de la escultura. Justo cuando el grupo de teatro “Els Joglars” iniciaba su camino, vinieron a Palma e hicieron una representación en el salón de actos del colegio de San Francisco. Después, Albert Boadella impartió un curso de mímica al que asistí.

Nos hacía trabajar la expresión de un verso por medio de los movimientos corporales y nos dio a conocer el gran Marcel Marceau por medio de unas proyecciones.

Aprendimos cómo se puede estimular la risa de la gente o la sonrisa a través del silencio. Acabado ese curso PERE PAVIA creó el grupo “Farsa” y popularizó el personaje del Inocente.

Durante años se dedicó a la pedagogía teatral y, casi de modo mágico, era capaz de conjugar las artes plásticas con la literatura y el teatro. Y revestir todo lo que hacía de una sensualidad luminosa. Nunca dejó de ser un rebelde. Observa sus bueyes en blanco y negro, la expresión de la cara de las monas que dibuja, observe, si acaso, alguna de sus puestas de sol.

GABRIEL JANER MANILA 

Noviembre de 202

Enlaces de interés:

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https://pere-pavia.webador.es

https://www.youtube.com/@sarasarondallaire

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Museu de pintura de les Illes Balears
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